#03 Javi Roldán | El fútbol como esencia
Javi Roldán responde al cuestionario Keep Balling. Hablamos de fútbol vintage, el Estadio Álvarez Claro, fútbol melillense y mucho más.
Javi Roldán escribe sobre fútbol en El Confidencial y en Jot Down Sport. Autor del libro Rinus Michels: La escuela holandesa llega al Barça, Javi nos visita para responder a algunas de las preguntas del cuestionario Keep Balling.
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¿Qué relación tienes con el fútbol?
Una relación vital. No hago otra cosa que no sea leer literatura o ver y escribir de fútbol. Como tanta gente, empecé a jugar a los 6-7 años hasta la juventud. Desgraciadamente, para mi porvenir futbolístico tuve dos piernas izquierdas. Luego me hice entrenador, llevé juveniles en mi ciudad (Melilla) y lo compaginé con la redacción de libros y artículos de fútbol histórico.
Actualmente, sigo entrenando a un equipo de veteranos de más 35 años; futbolistas que jugaban en Melilla en mi época. Me dedico totalmente a la escritura, al visionado de partidos, muchas veces antiguos. Mi buena relación con la nostalgia la llevo tanto a mi punto de vista de entrenador como de redactor histórico.
¿Cuál es tu opinión impopular?
El estilo del Barça y la mística del Real Madrid son dos bicocas, dos falacias. El estilo del Barça solo ha ganado cuando ha tenido a los mejores futbolistas del mundo, en los tiempos de Guardiola, de Luis Enrique, de Rijkaard o de Cruyff. Y la mística del Real Madrid solo ha aparecido cuando ha tenido jugadores propios para ello. En los años 80 aparecía la Quinta del Buitre. En los últimos años, con Ancelotti o Zidane, tenían una plantilla infravalorada, eran el mejor equipo.
En el período de Joan Gaspar, cuando la plantilla se empezó a desintegrar después de Serra Ferrer, ahí no había estilo que valiese. Venía el mismo estilo de Cruyff y no se ganaba. Con Ramón Calderón, a finales de los 2000, el Real Madrid no pasaba de octavos de final en la Copa de Europa donde no había jugadores de referencia.
¿Qué recuperarías del fútbol de antaño al actual?
Recuperaría a Romario, a Ronaldo, yendo un poquito más atrás a Juanito, a Guardiola, a Ancelotti, a Fernando Carlos Redondo. No recuperaría, por ejemplo, a Arrigo Sacchi. Recuperaría la estética grunge, que llevaban principalmente los jugadores argentinos en La Liga en los 90.
¿Qué esperas del fútbol en el futuro?
En lo personal, espero que la gente siga leyendo los textos que escribo, seguir dirigiendo a grandes futbolistas de mi ciudad y que me permitan ir a verlos jugar. Como entrenador, lo que más disfruto es ver jugar a los buenos futbolistas que afortunadamente hay en mi equipo.
En lo general, espero seguir sentándome delante del televisor para disfrutar de algún Isco, Van Dijk o Benzema nuevos. De grandísimos futbolistas defensivos, creativos y ofensivos que están por encima de todos los inventos que se hagan desde la libreta o la tecnología.
¿En qué lugar conectas más con el fútbol?
Donde más conecto con el fútbol es en el Estadio Álvarez Claro. Es en el único lugar donde siento ambiente de fútbol en Melilla. Aquí, al estar aislados de la península, no hay posibilidad de vivir el ambiente de fútbol de otras provincias. Entonces, cuando voy a la grada del Estadio Álvarez Claro siento el fútbol de verdad y disfruto de sus jugadores, ya que jugadores grandes hay en todas las categorías.
¿A qué familiar o amigo escogerías para una partido?
Yo siempre escogería a los buenos futbolistas. Cuando voy a jugar a fútbol lo único que quiero es ver jugar a los buenos. Antes de dejar de jugar por una hernia discal, yo era un tuerce botas. Yo le decía a muchos grandes futbolistas de Melilla que yo iba a jugar con ellos por el honor de poder darles el balón.
De mis cercanos elegiría a Yose el número 10 de mi equipo, un jugador tremendísimamente bueno de Melilla. Es un jugador particular, un crack. Nunca llegó a profesional. El último torneo que jugamos, bajó un aficionado de la grada y me dijo: “Míster, el número 10 de tu equipo juega a cámara lenta”. Esto puede ser una crítica o un halago. Lo cierto es que le entraban 20 futbolistas y él, con una lentitud pasmosa, solamente a la altura de los cracks, los regateaba caminando. Es un jugador de otro nivel que ya tiene casi 40 años, pero sigue siendo un fenómeno.
Si tengo que escoger algún famoso, elegiría a Álvaro Benito. Era un talento y encima me cae fenomenal. Aunque tuviera la lesión, seguro que mantiene ese genio.
¿Tu posesión más preciada?
Aunque lo parezca por hacer cosas de fútbol vintage, no soy fetichista en ese sentido. Las cosas que he tenido se las he regalado a algunos amigos. Por ejemplo, tuve el chándal galáctico del Barça, el que parecía de los astronautas, dorado, firmado por Rivaldo y se lo regalé a un amigo que es coleccionista. No le tengo especial estima al coleccionismo de ese tipo. Las mejores posesiones que tengo del mundo del fútbol son libros de la década de los 40 o 50 que, más allá del valor de la posesión, su contenido me da un valor nutritivo. Poder conocer a futbolistas de otra época como Sívori, Raymond Kopa o entrenadores como Rinus Michels y la escuela neerlandesa sobre la que escribí mi libro.
¿Qué odias del fútbol?
Del fútbol en sí no odio nada. El fútbol como esencia, para mí es una maravilla. Lo único que odio del fútbol y de todos los aspectos, de las relaciones sociales, son las alimañas. Que se aprovechen de la situación para hacer sus tejemanejes y enriquecerse.
Yo veo el fútbol como un niño y un balón, siete contra siete u once contra once, un balón y una victoria como objetivo. Te permite tener una infancia feliz y si tienes un poco de fortuna, seguir en la adultez. Se puede seguir ligado al fútbol desde diferentes aspectos y nos permite comunicarnos entre las personas que amamos este deporte como tú y yo.
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